Acerca de este cuestionario
Si tienes una plática con tus hijos o tus nietos, seguramente te preguntarán con qué te divertías cuando eras niño. Aunque parezca que los años 60 fueron la prehistoria del juguete, no es así. Los niños que jugaban en esa década tenían mucha imaginación, más que los de las generaciones posteriores probablemente, ya que podían divertirse por horas con juguetes de lo más sencillo, incluso con algunos "fabricados en casa", como el resorte y la cuna de gato.
¿Recuerdas haber jugado a las canicas? Si te vino a la mente la frase "Chiras Pelas", seguramente sí. ¿Y qué tal las matatenas? Podías pasar horas y horas perfeccionando tu técnica para agarrar la pelota al vuelo, mientras capturabas las matatenas de una en una, de dos en dos, y así, hasta llegar a recoger las 10 de un solo jalón. ¿Y quién no jugó al avión?, solo necesitabas un pedazo de banqueta, un gis y una bola de papel de baño húmeda.
Hoy en día, los juguetes son mucho más complicados, individualistas, pasivos, y en su mayoría, mucho más costosos. Aunque en la época de los 60 no había juegos de video, computadoras, patines del diablo motorizados, apps, tablets y demás, los chicos de dicha década, sí que se sabían divertirse. Cabe señalar que algunos de esos juegos y juguetes, aún están vigentes.
Y tú, ¿hacías horripicosas o te gustaba más hacer floripicosas? Vamos, entra en este viaje en el tiempo y recuerda cómo te divertías con estos juguetes.
El juego de las canicas tenía muchas variaciones, reglas y vocabulario. Uno de los juegos más populares era "El hoyito", donde se hacía un hoyo pequeño a 3 metros de la línea de salida. El objetivo era ser el primero en llegar al "hoyito" y hacer un "entrus" (meter la canica), para lograr un "las traigo" y poder "matar" a cualquiera con solo pegarle a su canica y dejarlo "pelas" quedándote con ella.
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La matraca es un artefacto de madera con una lengüeta que suena contra una cilindro, también de madera, que tiene forma de engranaje. Al darle vuelta a este mecanismo con un palito y hacer girar toda la matraca, la lengüeta resuena contra los engranajes haciendo un ruido ensordecedor. Ahora ya sabes de dónde viene el dicho "risa de matraca".
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El balero es un juguete hecho de madera, que consta de un barril macizo con un orificio unido con un pedazo de cordel, a un palito con un mango. El objetivo es hacer girar el barril para ensartarlo en el palito. Más de uno se llevó miles de golpes en la mano haciéndose sendos moretones y hasta ojos morados, para los mirones que se acercaban demasiado. El juego es difícil, pero no imposible y aún puedes encontrarlo en algunos mercados y pueblitos.
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Había dos tipos de yoyo, el de mariposa y el redondo. Los Duncan eran los mejores yoyos, y cada verano había exhibiciones por expertos en este juguete, donde te enseñaban toda clase de trucos como: “el columpio” o el famoso “perrito". La técnica perfecta solo se adquiría después de horas y horas de práctica, y más de un par de cuerdas rotas que hacían que el yoyo saliera disparado.
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¿Qué niña no jugó resorte en el recreo de la escuela? El juego consistía en atar el elástico y colocarlo alrededor de los tobillos de dos personas paradas una frente a la otra. Algunos se apoyaban de un poste si faltaba gente. La saltadora brincaba diferentes posiciones pisando el resorte, y al terminar, el resorte subía unos centímetros más hasta finalmente llegar a la cintura de los posters. Cualquier error hacía que la brincadora perdiera su turno.
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Éste consistía de 10 estrellitas (matatenas) con 6 picos y una pelotita de goma. Para jugarlo, ponías las matatenas en las palmas de tus manos y las aventabas hacia arriba volteando inmediatamente las manos. Las que caían en tus manos se consideraban recogidas. Las que quedaban en el piso había que recogerlas una a una, lanzando la pelotita hacia arriba, dejándola rebotar, y agarrando las matatenas antes de que volvieran a caer.
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El objetivo del juego era poder recoger todos los palitos o palillos chinos, o la mayoría de ellos sin moverlos y lograr el mayor puntaje, ya que cada color tenía un valor. El negro era el más alto. Para jugarlo, sostenías todos los palitos con tu mano apoyándolos contra el piso y abrías la mano para dejarlos caer y comenzar la recolección.
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Una resortera era un juguete, pero al mismo tiempo un arma, dependiendo del tipo de proyectil que se usara y de tu puntería. Las originales eran una Y de madera, con un elástico de una punta a otra en el cual colocabas un proyectil, el cual podía ser desde una bolita de papel mojado, una semilla, o hasta piedritas. Con el proyectil de un lado, jalabas la liga del lado contrario, mientras que con la otra mano sostenías fuertemente la resortera y soltabas el elástico.
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Los patines del diablo eran muy emocionantes, bueno, son; se trata de una patineta con un manubrio. Subías un pie encima de la tabla, te agarrabas del manubrio, y con el otro pie, te impulsabas para lograr velocidad, y luego cómodamente lo subías a la tabla, volviendo a bajarlo cuando perdías impulso.
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La cuerda de saltar ha sido un juguete sumamente popular en muchos países. Puede ser una cuerda corta para uso individual donde saltas con diferentes ritmos, velocidades y pasos, "caminar", o bien, la puedes jugar con dos o más personas con una cuerda más larga donde dos personas le dan la vuelta. Los demás participantes hacen cola para esperar su turno de brincar. ¡Hasta Rocky la utilizaba para entrenar!
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La pirinola es un polígono con una punta en un extremo y un palito en el otro, que permite hacerla girar. Cada lado del polígono tiene una instrucción (TOMA TODO, PON UNA, PON DOS, TOMA UNA, TOMA DOS, TODOS PONEN), que hay que cumplir cada vez que cada uno de los participantes tiene su turno. A los participantes se les dan fichas que van cambiando de mano rápidamente.
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La lotería tiene una baraja que se va "cantando", (diciendo) el objeto, animal, o personaje, y los participantes del juego tienen que ver si lo que se cantó corresponde a una de las 12 imágenes de su cartón. De ser así, se le pone una ficha a esa imagen. El juego se termina cuando alguno de los participantes logra completar las 12 imágenes de su cartón y grita, ¡lotería!
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El avión era un juego "de la calle". Con un gis o tiza, pintabas una serie de cuadros numerados del 1 al 10, los cuales ibas brincando en un pie cuadro por cuadro. El chiste era llegar al 10, regresar brincando, y al salir del avión, tenías que aventar tu bola de papel de baño mojada en el uno y así sucesivamente. No podías brincar en un cuadro que ya tuviera papel.
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El Twister se jugaba con al menos dos personas y alguien que le diera vuelta a la ruleta. La ruleta tenía cuatro partes del cuerpo, mano derecha, mano izquierda, pie derecho y pie izquierdo, en 4 colores. Al girarla, ésta indicaba qué pie o mano debías colocar en el tapete según el color indicado. Acababas a horcajadas con alguien encima o abajo de ti. Entre más jugadores, más complicado y divertido se volvía, hasta que alguien derribaba a los demás.
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Las taca taca se llamaban así debido al ruido que hacían al chocar entre sí. Eran dos bolas de plástico atadas a un trozo de cuerda que en medio llevaban un aro de metal, el cual, ponías en uno de tus dedos para que las bolas colgaran. El chiste era hacerlas chocar lo más rápido posible subiendo y bajando tu mano, causando mucho ruido, y también..., muchos moretones.
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El hula hoop era un aro como de 80 cm de diámetro o más, que hacías girar en tu cintura moviendo las caderas. Por supuesto, de principio no lo lograbas y el hula se te caía en cada intento, hasta que lograbas dominarlo. No solo podías girarlo con la cintura, sino con el cuello, en un antebrazo, o en tu tobillo. ¡En los 60 sí que había maestros en el arte del hula hoop!
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Para los más chicos siempre hubo un triciclo Apache que pasaba de generación en generación y de familia en familia. Los triciclos Apache, fabricados en México, "duran, duran, duran", tal y como lo decía su slogan.
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La avalancha era una experiencia inolvidable. La idea era ir sentado en la tabla dirigiendo la dirección con el volante y deslizarte usando la tracción de tus pies. Ya que ganabas velocidad, los subías a la avalancha. Pero ojo, cuando bajabas por una pendiente era verdaderamente una "avalancha" ya que era muy difícil detenerte, no tenía freno y tus pies, muy poco podían hacer.
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Puedes jugar con una pelota pateándola y persiguiéndola, o jugar "quemados" (golpeando con la pelota a alguien de un grupo que corre por todos lados). Cuando "quemas" a alguien, se convierte en el "quemador"; también puedes jugar un partido de voleibol, basquetbol; rebotarla contra el piso, una pared o con tu cabeza; hacer malabares al rebotarla en tus rodillas o muslos, o jugar una cascarita (fútbol callejero). Las posibilidades son infinitas.
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En los años 60, 70 y 80, no había niña que no tuviera un "jueguito" de ollas de barro que su mamá le había comprado en el mercado. Estas ollitas eran una réplica tal cual de las ollas de barro normales de la cocina, y no solo había eso, sino tarros, platos planos, jarras y platos hondos. Lo único malo, es que el barro se rompía fácilmente.
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El trompo es muy difícil de dominar para hacerlo girar. Es una peonza de madera con un eje, a la que se le amarra una cuerda alrededor, y luego lo colocas en tu mano atando un poco de cuerda en tu dedo. Después, con gran maestría avientas el trompo que comienza a girar en el aire al desenredarse la cuerda, hasta que llega al piso y se sostiene girando. ¿Suena fácil? Pues no lo es.
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No cabe duda que en los 60 no había niña que no tuviera su muñeca de trapo, las cuales eran hechas 100% a mano y podían lavarse una vez que se ensuciaran. Las había morenitas, güeritas, pelirrojas, y las adorables "Marías" que se han vuelto a poner de moda. ¿Cuál tenías tú?
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El atrapanovios es un artefacto tejido con hojas de palma. Es una especie de dedal largo, con un extremo del cual jalar. Lo que tenías que hacer era colocar el "dedal" en cualquier dedo de tu crush, y jalar de inmediato de su extremo. Con esto, el tejido se apretaba y no había forma de zafar el dedo del atrapanovios, sino hasta que dejabas de tirar de su extremo. Muy eficiente, ¿no?
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La cuna de gato fue uno de los juegos más asequibles de esa época, pues solo necesitabas unos 80 cm de estambre, tus dos manos, y las dos manos de alguien más. El estambre se anudaba de forma artesanal en tus dos manos, logrando una figura ya definida. La otra persona tenía que quitarte el estambre usando uno o varios dedos en cierto orden, formando una nueva figura.
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Las muñecas para recortar estaban impresas en papel vestidas con su ropita interior. En el mismo papel, estaba la impresión de diferentes prendas de vestir con unas pestañas que doblabas para podérselas ajustar a las muñecas recortadas. También había niños, mamás y papás para recortar. En verdad los niños de los 60 sabían divertirse con cosas realmente sencillas.
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Esta muñequita era lo máximo, ya que en verdad lloraba, pero para eso, tenías que darle su biberón y después presionarle un botón en la espalda. Tenía diferentes accesorios como bañera, carreola, silla alta y una cunita, que se podían comprar juntos o por separado. El jingle fue sumamente exitoso ya que no solo anunciaba el juguete, sino que esta canción te la cantaban cuando empezabas a llorar.
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El Horno Mágico Lilí Ledy era lo mejor que te podía pasar cuando eras niña. En realidad podías hacer un pastel con masa para pasteles marca Pronto, y lo horneabas de verdad dentro de tu horno mágico con la energía proporcionada por un foco.
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Las floripicosas era un juguete que te permitía crear flores de goma de diferentes colores y formas, con solo vaciar un polímero líquido en los moldes de metal, y luego ponerlo a "hornear" en una parrilla especial. Al quedar cocidos, se enfriaba el molde en agua y obtenías tus flores. Podías pegarlas en cualquier ventana. Incluso podías hacer flores psicodélicas mezclando 2 o más colores.
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Estos Aventureros de Acción Ledy realmente fueron increíbles, eran una especie de G.I. Joe, versión mexicana con aspecto muy varonil, articulados y con diferentes vestuarios y accesorios. Había astronauta, buzo, médico militar, paracaidista, etc. Podías encontrar varias series, Soldados de Acción, Marinos de Acción y Pilotos de Acción. Con los Aventureros de Acción, siempre podías tener "más acción"...
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El sacapiojos era un "juguete" que se hacía con una hoja de papel cuadrada a la cual le escribías o dibujabas lo que quisieras por dentro. En la parte inferior metías los dedos índices y el pulgar de cada mano para poder abrir y cerrar el sacapiojos en la cabeza de alguien. Al abrirlo le pedías que dijera un número del 1 al 8, para que el piojoso pudiera ver lo que le habías sacado de la cabeza.
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Un rehilete es un juguete por demás sencillo que consiste de una especie de "hélice" montada en un palito al cual le podías soplar para que comenzara a dar vueltas, girarlo con el dedo, o simplemente salir corriendo con él en alto, para que comenzara a dar vuelta su hélice. Los colores de las hélices de los rehiletes eran realmente vistosos, y al girar podían cambiar de color.
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Este juego constaba de discos y reglas dentadas con varias perforaciones, que deslizabas alrededor de un marco dentado con la ayuda de bolígrafos de diferentes colores. Al hacer girar el disco, obtenías círculos continuos de diferentes tamaños y colores al cambiar de bolígrafo, logrando patrones geométricos espectaculares y coloridos.
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El caricaturama era una especie de linterna, en la cual se podía meter una tira de diapositivas con tomas de caricaturas en una ranura. Con esto, montabas un cinito en casa en un cuarto oscuro, para proyectar sobre la pared del cuarto, ¡y a todo color! (En gran parte de esa época no había TV a colores). Los niños de los 60 tenían gran capacidad de asombre y podían divertirse por horas con cosas muy sencillas.
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El supermelodeón era un instrumento de viento que tenía teclas para lograr diferentes notas musicales y así entonar melodías. Seguramente venía con algún librito que te enseñaba a tocar unas cuantas melodías muy sencillas, y si tenías talento musical, podías pasarte horas y horas con tu juguete.
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El peteca o peteka fue un juguete de origen brasileño que estaba formado de una especie de saquito de piel relleno con arena para darle peso, y en la parte superior tenía una pluma que permitía que el juguete siempre cayera "de pie". Jugabas aventándolo con la mano, ya fuera solo en grupo, logrando atrapar el peteca y hacerlo volar nuevamente antes que nadie.
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El view master era una especie de visor donde insertabas un disco de cartón con diapositivas que tenían imágenes "en 3D y a color" de tus programas favoritos, ya fueran caricaturas, o programas de acción en vivo. Con el disco adentro, tenías que apuntar el view master a una fuente de luz. Contaba con una palanca para lograr que el disco de imágenes rotara y mostrara la siguiente imagen.
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Las horripicosas (igual que las floripicosas), te permitían crear pulpos, gusanos, ciempiés y muchos seres "horribles" más. El polímero líquido no venía en colores alegres, sino en colores más oscuros como gris, marrón, negro, verde oscuro, etc., y al igual que las floripicosas, podías pegarlas en las ventanas, o bien jugarle una broma a tu mamá metiendo un bicho de estos en su bolso.
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Las zapatillas eran de plástico rígido color rojo, con dos resortes por encima para asegurar tu pie y cuando caminabas, ibas realmente taconeando con ellas. Las pelucas eran una especie de casco de plástico ligero que simulaba un peinado de señora de salón con la textura del peinado. Te la ponías y no podías dejar de verte en el espejo. ¡Vaya concepto de belleza de las niñas de los 60!
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Los patines de metal eran lo último para ir sobre ruedas, y lo mejor de todo es que se podían hacer grandes o chicos y ajustarse al tamaño de tus zapatos. Las correas eran de cuero y tenían una llave que te permitía abrir el patín para ponértelo y ajustarlo a tu tamaño y volverlo a cerrar, pero si por algo perdías la llave, ¡era una tarea de titanes quitarte los patines!
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El juego de Química Mi Alegría era lo mejor que te podía pasar. Venía con probetas, tubos de ensayo, matraz, pipetas, una base para tus tubos de ensayo, unos cuantos materiales químicos inofensivos, y un instructivo que te enseñaba a hacer algunos cuantos experimentos. La calidad del juguete no era de primera, pero podías divertirte mucho, y más si tenías espíritu de científico.
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