Acerca de este cuestionario
Todas las personas que tienen la fortuna de haber aprendido a cocinar con su abuelita estarán de acuerdo que han recibido una herencia que no tiene precio. No solo aprendieron a preparar alimentos desde cero, sino que aprendieron trucos y consejos que no vienen en ningún recetario, y que se transforman en una gran sazón.
En México hay una gran variedad de alimentos típicos que seguramente tu abuelita aprendió de su abuelita, y ella, a su vez de su abuelita. Este conocimiento, como verás, es por lo menos centenario, y te tocará a ti compartirlo con las generaciones venideras.
Si estás en este quiz es porque de alguna forma crees que aprendiste de tu abuelita todo lo que sabes, e incluso que has logrado mejorarla. Puede ser, y ese es precisamente el reto de este quiz, descubrir si has superado a tu querida abue.
Te pondremos a prueba en ingredientes, técnicas de cocción, aparatos de cocina, y algunas recetas, para ver si pudiste adquirir y superar todo lo que aprendiste de ella, y seguramente también de tu mamá.
Si ya estás lista para ver de qué madera estas hecha, ponte cómoda y contesta nuestro quiz. Seguramente tu abuelita estará feliz de saber que todo lo que te enseñó, lo aprendiste a las mil maravillas.
Así como hay una amplia variedad de frijoles, como negros, bayos, pintos, etc., también podemos encontrar diferentes versiones de los frijoles listos para comer, pero los mejores, son los que se preparan desde cero: una vez limpios, se remojan durante toda la noche, y al día siguiente se ponen a cocer con agua limpia, puede ser en olla express, olla de cocción lenta, o en una olla sobre la estufa. Los más ricos son los que se cocinan con cebolla, ajo y cilantro o epazote, y sal. ¡Nada de frijoles en lata!
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El baño María es una técnica de cocción que se puede usar en la estufa u horno, donde un recipiente contiene agua y encima se le coloca otro con el alimento a cocinar. El recipiente de encima recibe el calor del agua y con esto se realiza la cocción. ¿Sabías de dónde surgió esta técnica? Se dice que en Alejandría, entre el siglo I y III d.C. vivió una mujer muy sabia llamada María la Judía que fue quien inventó este singular modo de calentar. La primera mujer alquimista de la historia.
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Para hacer arroz como Dios y la abuelita mandan, primero hay que lavarlo con agua caliente para quitarle el almidón, se deja remojar un rato, y luego se escurre. En un sartén se pone a freír un trozo de cebolla junto con un diente de ajo para que doren, y luego se agrega el arroz. Se deja freír moviendo de tanto en tanto. Cuando el arroz ya no se siente apelmazado, sino suelto, es que está cantando. La verdad es difícil oírlo, pero si pones atención, sí lo notas.
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Las torrejas son un postre que se ha vuelto tradicional de Semana Santa. La torreja en sí es un bolillo medio duro, no del día, que se remoja en una mezcla de leche, huevo, miel, y licor, para después freírse. Hay quienes cuentan que hace siglos se utilizaba como un alimento y cura para las mujeres que daban a luz, ya que por su alto contenido calórico, les permitía reponerse más rápido. Después se comenzaron a consumir en Semana Santa para ayudar a compensar los ayunos de la temporada.
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Sofreír es freír ligeramente algún ingrediente o alimento. Por ejemplo, cuando alguna receta te pide sofreír cebolla, significa que vas a freír la cebolla en el aceite que te recomienden, hasta que quede ligeramente transparente y un poco dorada.
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El mejor mole es el que se prepara ingrediente por ingrediente, lo cual es un verdadera osadía. El mole lleva una gran cantidad de ingredientes, entre ellos chocolate, tortilla, bolillo, diferentes chiles (morita, pasilla, mulato), cebolla, ajo, almendras, cacahuate, entre otros, y posteriormente todo esto se tuesta y luego se muele, ya sea a mano sobre una piedra, o se lleva a moler a un molino. ¡Este es el mejor mole!
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La harina utilizada para hacer tamales es la harina de maíz (la misma que se usa para hacer tortillas), pero en el caso de los tamales, se le pone además caldo, manteca y sal para que esponjen y adquieran mejor sabor.
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La cocina mexicana es un festival de sabores, y entre los ingredientes principales que no pueden faltar al momento de preparar tus alimentos está el ajo. El ajo es un tubérculo de bulbo y además de su gran sabor, cuenta con diferentes propiedades benéficas para la salud como reducir la hipertensión, aliviar los dolores de reuma, para la artrosis, las enfermedades respiratorias, es diurético, o contribuye a estimular el apetito, entre muchas otras.
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Un molcajete es el "aparato" de cocina por excelencia de las abuelitas. Si no los conoces, es una especie de vasija de piedra con patas que cuenta con una piedra de forma cilíndrica llamada tejolote, que sirve para triturar los ingredientes de la salsa, y sacar lo mejor de su sabor. Además, la piedra del molcajete también le da el sabor que ha ido adquiriendo al paso de los años.
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El mejor caldo de pollo es el que se hace a partir del pollo fresco. Tienes que poner agua a calentar, agregar un poco de sal, un trozo de cebolla, un diente de ajo, y cilantro. Cuando hierve el agua, se agregan las piezas de pollo con todo y hueso, que finalmente es lo que le da el toque de sabor al consomé.
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Cuando te comentan que debes batir las claras a punto de turrón, significa que deberás batirlas a velocidad constante por algunos minutos hasta que alcancen una consistencia firme que permita obtener picos, pero si tienes dudas, las claras quedan a punto de turrón cuando volteas de cabeza el recipiente en el que están y no se caen. Lo fácil es hacerlas con una batidora eléctrica, pero seguramente tu abuelita las batía a mano con un batidor de globo.
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Cuando tu abuelita te enseñó a "sellar" la carne, te enseñó a dorarla ligeramente al cocinarla. Este "truco" te permite obtener el mejor sabor de tus guisados ya que logra que la carne no pierda sus jugos al cocinarla.
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La nata es uno de tantos productos que se obtienen a partir de la leche. Hace más de 40 años, la leche la llevaba el lechero a la casa y había que hervirla antes de consumirla. En el momento en que se enfriaba, se le formaba en la superficie una capa algo gruesa. Esa era la nata, y en todas las casas había. Ahora es un producto "deli", costoso y escaso que se vende en las cremerías. La leche que se compra hoy en día en un supermercado, prácticamente no hace nata.
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Un buen flan, hecho desde cero, se cocina a baño María, ya sea en horno u olla de presión (olla express). El molde donde se hornea se llama flanera y ahí se derrite y carameliza el azúcar que después de cocido, forma el jarabe de caramelo que baña el flan. El flan de cajita “Pronto”, se prepara en una olla sobre la estufa y luego se mete al refrigerador para que cuaje.
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Contrario a lo que creía la abuelita, el aceite de uso doméstico solo debe usarse una vez y no guardarse como antes se acostumbraba, para volverlo a usar y "ahorrar". Realmente, el aceite ya "quemado" no es bueno para la salud. Hay aceites que sí pueden usarse y usarse como el aceite para freidoras industriales, el cual tiene una cierta vida, y al terminar, se reemplaza por aceite nuevo. ¡A la abuelita le daría un infarto de saber que en casa, ya no se guarda el aceite usado!
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Según se dice, es mucho más higiénico picar en tabla de plástico que de madera. Créenos, la abuelita preferiría la de madera, porque el filo de los cuchillos no se gasta tanto y es una superficie más suave para picar. La creencia de que las tablas de plástico no guardan gérmenes y las de madera sí, es un mito. La ciencia nos dice que la salmonella y el E. coli pueden sobrevivir en plástico y no en madera. Pero ojo, si vas a picar fruta, ¡busca una tabla que no guarde olor y sabor de cebolla!
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Los chongos zamoranos son un postre hecho a base de leche cuajada que fue una preparación de las religiosos de un convento en Zamora, Michoacán, en la época virreinal. Para prepararlas se corta le leche con cuajo o limón, y se le agrega azúcar y canela. Después se pone a hervir por horas en un almíbar hasta que se forman glomérulos con la forma de chongos. Además de que se preparan en casa, también los puedes encontrar en lata, pero obvio, la abuela moriría de tan solo probarlos así.
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El huauzontle es una hierba con un alto contenido alimenticio que se consume en todo México, pero especialmente en los estados del centro del país. Esta hierba ancestral era consumida por los aztecas, y de ella se comen las hojas, las semillas, y las ramas. Se pueden preparar de diferentes formas. Una de ellas son las tortitas de huauzontle, las cuales se guisan capeadas y rellenas de queso. Una vez fritas se acompañan con un caldillo de tomate.
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Si bien la olla express es de gran ayuda en la cocina porque cocina los alimentos muy rápido (por eso se llama express), las lentejas nunca deben cocinarse en ella, ya que pueden llegar a tapar la válvula y hacer explotar la olla. De hecho, hay países donde está prohibido su uso como en EE.UU.
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El tesmole es sin duda uno de los mejores platillos jamás preparados por tu abuelita, y si te enseñó bien, sabes que lleva bolitas de masa de tortilla en lugar de carne, o para acompañarla. Es muy similar en su preparación al mole de olla.
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Este es sin duda uno de los mejores trucos en la cocina, y es el que distingue tus huevos revueltos de los de cualquier otro lado. Antes de batirlos, ya sea con tenedor, batidor de globo, o batidora eléctrica, hay que agregarles un chorrito de leche. Esto permite que al cocinarse, se esponjen haciéndolos más sabrosos y rendidores.
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Un buen flan es delicioso, muy celebrado por quienes lo comen, y la leche juega un papel indispensable en una buena preparación. El mejor flan lleva una lata de leche condensada, y una lata de leche evaporada, además de huevo, vainilla, y obviamente el caramelo. Hay quienes para ahorrar usan leche de vaca en lugar de evaporada, pero es un error, el sabor y la consistencia no es igual.
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Los frijoles charros son un platillo típico de México y aunque se consume en cualquier parte del país, son tradicionales del norte de México. Este guiso consiste de frijoles preparados con cebolla, ajo, chile, tocino, salchicha, y se les puede agregar jitomate, cilantro, jamón, salsa, carne de cerdo, y hasta chicharrón (aquí ya se llamarían frijoles puercos). El frijol originalmente usado es el pinto, pero hay quienes los cocinan con bayo e incluso peruano.
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En México, el frijol se cultiva desde hace unos 8 mil años y tenemos más de 50 variedades endémicas, pero solo cuatro están domesticadas y se consumen en México, bayo, pinto, negro y peruano. Dependiendo de la región, es el tipo de frijol que se consume. Por ejemplo, el bayo es muy del centro y Bajío del país, mientras que el negro es típico del sureste de México. El frijol con puerco, que es uno de los platillos típicos de Yucatán, se prepara con frijol negro.
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El “pastel azteca“ no es un postre, sino un guiso salado que se prepara con tortillas, caldillo de tomate, pollo deshebrado, crema, y queso fresco. Al pollo puedes agregarle cebolla, rajas, elote y calabacitas. La idea de llamarlo pastel es porque lleva varias capas y se hornea. Consiste de una capa de tortillas pasadas por aceite caliente, luego una capa de pollo, y caldillo, se repite, y se termina con una capa de tortilla, caldillo, crema, queso, y se va al horno.
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¡Pensamos que te íbamos a agarrar de bajada! Pero estás resultando una muy buena conocedora de la cocina al igual que tu abuela. El maíz utilizado para preparar pozole es el cacahuazintle. Los granos de este maíz son muy gorditos, casi redondos y su sabor es más pastoso, sin duda, muy sabroso. Como cultura, el elote Jala es el que normalmente comes en la calle o en tu casa. El elote Nal-Tel es una variedad muy conocida en el sureste y golfo de México.
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La cebolla en una tinga es indispensable, ya que la lleva a granel y es lo que le da ese sabor tan exquisito. Ponerle poquita cebolla, o no ponerle, pondría en riesgo este platillo, de hecho, ya no sería tinga.
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Aunque todas las opciones que te mostramos son viables para preparar un rico ponche navideño, la elección de tu abuelita sería el barro. ¿Por qué? Pues porque el barro le imprime un sabor distintivo a cualquier cosa que cocines ahí, y además conserva los alimentos calientes por más tiempo.
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Si tu abuelita te enseñó bien, te habrá dicho que en las "raras" ocasiones en que un guiso se te sale, le agregues papa. La papa absorberá la sal. Solo córtala en rodajas y agrégala a la sopa o guiso. Un ejemplo típico de esto es el bacalao a la vizcaína, el cual frecuentemente queda salado.
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La “cochinita pibil” es un platillo por excelencia mexicano y gloria de la cocina yucateca. En su preparación se utilizan varios ingredientes, pero los indispensables son el achiote (que no es cualquier adobo), la naranja agria (no la dulce para jugo), y las hojas de plátano que se tuestan y en ellas se “envuelve” la cochinita para cocinarla. Si uno de estos ingredientes faltara, el sabor no sería el mismo y no podría llamarse cochinita.
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Los huevos se conservan bien a temperatura ambiente por 5 a 10 días. Y es mejor tenerlos así si te gusta preparar postres que llevan huevo. Pero no pasa nada si se meten al refrigerador, ya que logras alargar su vida útil a unos 15 días. Anteriormente se recomendaba refrigerarlos para evitar la formación de virus y bacterias, principalmente la salmonelosis, pero hoy en día esto está descartado, ya que ahora las gallinas ya están vacunadas contra esa enfermedad.
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Realmente no hay nada que hacer para reducir el efecto de irritación que causan las cebollas al picarse. Tu abuelita te diría que la mojaras en el agua, pero más bien es cuestión de que te acostumbres. No hay nada que puedas hacer, el irritante en la cebolla se libera al momento de picarla.
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Ya sea a la parrilla, al horno, o en la estufa, al cocinar carne, lo ideal es condimentarla con sal una vez que ha sido guisada, ya que de lo contrario, se corre el peligro de que la carne pierda su jugo y quede seca. No queremos eso, ¿verdad?
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Contrario a lo que tu abuelita haría, hay que meter las cosas al refrigerador lo antes posible, ya que así se reduce el riesgo de generación de bacterias las cuales prefieren el calor al frío. Tu abuelita te diría que las dejes enfriar para que no se echen a perder, pero no es así.
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Los rábanos son deliciosos ya sea para acompañar el pozole, u otros platillos, sin embargo, caen pesados al estómago. Lo que tu abuelita seguro te enseñó, es que una vez que están rebanados o picados se ponen en una olla con agua en la estufa a fuego manso, y justo en el momento en que suelta el hervor se retiran de la estufa y se remojan en agua fría.
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